Macedonio Fernández
(Buenos Aires, 1874 - id., 1952) Escritor
argentino, autor de narraciones fantásticas que muestran su escepticismo
ante la aplicación práctica de las teorías filosóficas. Su obra fue
revalorizada después de que Jorge Luis Borges reconociera en él los
orígenes de su narrativa. Formó parte del grupo «martinfierrista» e
influyó en la obra narrativa de Leopoldo Marechal y en la poética de
González Lanuza, sobre todo a través de la estrecha relación amistosa
que mantuvo con ellos. En 1922 dirigió junto a Borges la segunda época
de la revista Proa, que se prolongó hasta 1925. De todas sus obras, tan sólo llegó a publicar una, No toda es vigilia la de los ojos abiertos
(1928). El resto de su producción literaria se editó posteriormente
gracias al interés de sus amigos. Algunas de sus obras más destacadas
son Papeles de recienvenido (1930), Una novela que comienza (1941), Continuación de la nada (1945), Poemas (1953) y Museo de la novela de la eterna (1967).
Macedonio Fernández
De los llamados escritores martinfierristas, agrupados en torno a la revista Martín Fierro,
Macedonio Fernández destaca sobre el panorama general de los años
veinte. Autor de una obra de gran singularidad, es un caso claro de
"escritor para escritores", pero justamente ese público de literatos lo
convirtió en un clásico de las letras rioplatenses a fuerza de comentar,
imitar, analizar y, en fin, considerar sus obras, verdaderos hitos de
la literatura de vanguardia, como un eslabón imprescindible en la
literatura argentina del siglo.
Su escritura define como la de ningún otro
escritor de su tiempo un verdadero cuestionamiento de la figura
tradicional del lector. Macedonio Fernández obliga insistentemente a sus
lectores a interrogarse acerca de hasta qué punto sigue siendo
sostenible la división nítida entre lo real y lo aparente, o entre
realidad y ficción. La propia existencia del lector y la idea de obra
literaria son puestas en cuestión. Sus escritos atacan las dicotomías
tradicionales de la filosofía y la vigencia de la división entre los
diversos géneros literarios. En consonancia con el espíritu vanguardista
que reinaba en los años veinte en casi todo el mundo occidental, puede
definirse la obra de Macedonio Fernández como una experimentación
constante de las posibilidades de la prosa y el verso, que dejó marcas
perdurables en la posterior narrativa argentina del siglo XX.
Macedonio Fernández ejerció desganadamente su
profesión de abogado hasta que se alejó definitivamente de ella motivado
por sus intereses literarios y filosóficos. En 1901 se casó con Elena
de Obieta, con quien tuvo cuatro hijos; en esos años mantuvo
correspondencia con el filósofo estadounidense William James, que admiró
su inédita manera de plantear la especulación filosófica en un lenguaje
coloquial, abundante en detalles irónicos e incluso humorísticos.
Su primera obra poética, Suave encantamiento
(1904), es un antecedente fundamental, aunque secreto, de la poesía
argentina del siglo XX. En 1920 murió su esposa, hecho que marcó un hito
en su vida personal y en su trayectoria literaria; fue entonces cuando
escribió la famosa elegía Elena Bellamuerte, que se creyó perdida
durante veinte años, hasta que fue recuperada por su hijo del interior
de una lata de galletas y se publicó en la revista Sur, en 1941.
Su producción lírica apareció dispersa en publicaciones periódicas y
luego se reunió en volumen, en una primera edición póstuma publicada en
México en 1953.
Sin embargo, por lo general, Macedonio Fernández
no se ajustó a ningún género; escribía, con exigencia, a partir de un
humorismo que lo impulsaba a la fantasía, a la paradoja y a la
especulación metafísica. Concebía obras de extraños títulos, de las que
apenas si llegaba a escribir algunas, sin publicar casi ninguna. De su
producción narrativa cabe destacar dos extrañas novelas, Ariana Buenos Aires (de 1922, revisada en 1938) y Museo de la novela de la eterna, libro vertiginoso y paródico, con múltiples prólogos, acaso emparentable con Tristram Shandy de Laurence Sterne y que lo proyecta como maestro y precursor de la narrativa experimental.
Si bien cronológicamente perteneció a la
generación anterior a la de los martinfierristas y en consecuencia al
modernismo, Macedonio Fernández superó los límites estéticos de este
movimiento aproximándose a una actitud vanguardista, concibiendo la
novela con ámbito literario de experimentación y ruptura con los tópicos
convencionales, y ejerció una gran influencia en los autores agrupados
en torno a la revista Martín Fierro, grupo que se proponía una
revolución formal y conceptual del panorama literario argentino, en el
que prevalecía aún el modernismo. Jorge Luis Borges, Raúl Scalabrini Ortiz, Leopoldo Marechal y Julio Cortázar lo reconocieron como maestro.
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FUENTE: www.biografíayvida.com
MARCELA
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